martes, 3 de abril de 2012

COMO APERITIVO...



COMO APERITIVO, una selección de imágenes de nuestro viaje. A todos los que habéis participado en él os invitamos a enviar vuestras fotografías y a escribir vuestras impresiones, esas fotografías que no se hacen pero perduran más en nuestra memoria. Para publicar tus historias, sensaciones, anécdotas y recuerdos, envía tus textos y tus imágenes a inmahcr@iesnorba.com

Sería bonito que este blog continuara activo.

Té con menta en Sidi Bou Said (Túnez)

En el Fuerte San Telmo (Malta)


Paseando por Taormina (Sicilia)

Españoles en Sicilia (Messina)

Competición en el estadio de Olimpia

Admirando la Acrópolis (Atenas)




domingo, 25 de marzo de 2012

NOS VAMOS

Con el poema de Constantino Cavafis (Alejandría - 1863 -1933) os deseo a todos un feliz viaje.


ÍTACA

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
tales seres jamás los hallarás en tu camino
si tu pensamiento es elevado, si es selecta
la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
No encontrarás ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los eleva tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo,
que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues, con qué placer y alegría,
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino,
mas no apresures nunca el viaje.
Es mejor que dure muchos años,
y al atracar, viejo ya, en la isla,
habrás enriquecido con cuanto ganaste en el camino
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó un hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino,
pero ya no tiene nada que darte.
Aunque la encuentres pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

Cavafis, Antología poética.
Alianza Editorial 1999.

LA CALLE DE LOS DIOSES


NO SE SABE POR QUÉ algunos visitantes de Atenas viajan a la ciudad con un prejuicio extraño. Esperan encontrarse una ciudad caótica, de tráfico infernal, y como una olla a presión. Tal vez porque han visto el ambiente de los partidos del Olympiakos y el Panathinaikos y lo asimilan a la capital de Grecia. No obstante, Atenas es caótica e infernal en algunos de sus barrios. Ahora más.

No será la primera vez que el viajero, que recorre básicamente el centro histórico y arqueológico, se sorprende al llegar a una ciudad tranquila, abarcable y que da la impresión de que todo está a mano (aunque no sea realmente así). Esa sensación se tiene incluso en la Plaza Syntagma, el centro político de la ciudad, con el más que visto Parlamento (todos los dias sale en televisión) y su cambio de guardia. También es hermoso y calmante contemplar la ciudad desde el Partenón y ver sus colinas (muchas): Licabeto (la de mejor panorámica), Filopapos, Tourkovonia… Y la que no vemos desde allí: la Acrópolis.


Ya lo sabemos, Atenas es un paseo por la Antigüedad. Una de las calles peatonales más largas de Europa nos permite recorrer su arqueología: El Templo de Zeus Olímpico, la Acrópolis, el Ágora… La calle de los dioses, ya que, según se cuenta, el Oráculo de Delfos en el 510 a. C. decretó que la Acrópolis sólo sería habitada por divinidades. Pericles, muy obediente, inició la transformación de la Acrópolis en una zona llena de templos y estatuas, trabajo que fue supervisado por Fidias, famoso ya entonces por la creación de la imponente estatua de Atenea en bronce, que se colocó en el centro del santuario.

A los pies de la Acrópolis, los dos barrios más antiguos de Atenas: Plaka y Monastiraki. El primero es el más turístico: sus calles estrechas e intrincadas fueron el centro de la vida pública en la antigua Atenas, pero la estrechez y el aspecto laberíntico le viene al barrio de la ocupación otomana. Hoy los turistas se pierden en sus tiendas, cafés y restaurantes donde aún tiene olor la verdura y la fruta.


Territorio de la Biblioteca de Adriano
Al oeste de Plaka está Monastiraki, también estrecho y asimétrico, con edificios de influencia turca y bizantina. En su plaza principal se encuentran la Biblioteca de Adriano y la basílica bizantina de Pantánasi. Todos los domingos en Monastiraki hay mercado, el Pazari, que se abarrota de gente dispuesta a comprar y vender cualquier cosa. El regateo es obligatorio, supuestamente por el influjo otomano. O será otro prejuicio.

BENDITO PERICLES


La Acrópolis ateniense (acrópolis, ciudad alta) estuvo habitada desde el Neolítico, y en el 1400 a. C. Atenas ya era un centro importantísimo en la civilización micénica. Los griegos se definían como jónicos puros, ya que durante la invasión dórica Atenas no fue saqueada, y, aunque en esos momentos perdió parte de su poder, su posición central en el mundo griego, su emplazamiento seguro sobre la acrópolis y sus accesos al mar le daban ventaja sobre otras ciudades rivales, como Esparta y Tebas.

Durante el primer milenio, Atenas consiguió ser una ciudad estado independiente, y gobernada por reyes, es decir, la aristocracia. Durante el gobierno de los Eupátridas (los bien nacidos), Atenas ejerció su influencia y su poder sobre otras ciudades de la Ática, y creó un estado muy fuerte en la península helénica, un estado que no estaba exento de conflictos y desigualdades, que dieron lugar a numerosas revueltas populares.

El caso es que las revueltas hicieron de la necesidad virtud. En un primer momento, llegó la legislación de Dracón, muy dura (draconiana); y después, la Constitución de Solón, que implicó reformas más serias: la reducción del poder de los Eupátridas, la abolición de la esclavitud y el impulso de una nueva clase urbana y comercial. Es decir, se pusieron las bases de lo que se convertiría en la democracia ateniense.

Aunque en la democracia hubo un paréntesis, con el gobierno de Pisístrato y sus hijos (sobre todo Hippias, que se convirtió  en un dictador terriblemente impopular), Clístenes fue el sucesor natural de Solón, y también hizo grandes reformas en la estructura de poder de la ciudad. La dividió en diez tribus, que constaban de tritias y demos. Las tritias elegían sus reprensentantes para la Boulé, el consejo gobernador de Atenas. Y las demos constituyeron la base del gobierno local. La asamblea estaba abierta para todos los ciudadanos y controlaba la corte legislativa y la corte suprema (excepto para los casos de asesinato o religiosos, donde aún decidían los aristócratas). Este sistema se mantendría hasta la época romana.

Busto de Pericles. Museo Vaticano.
Pero gran momento (o momentazo) que supone la hegemonía de Atenas como centro cultural y de pensamiento es el siglo V a C. o siglo de Pericles. En este siglo viven las figuras que dan lugar a nuestra cultura occidental y en muchos campos del saber y las artes: Esquilo, Sófocles, Aristófanes, Sócrates, Platón, Aristóteles, Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Fidias… Pericles usó los impuestos de la confederación de Delos para construir el Partenón y otros grandes monumentos de la Atenas clásica. La ciudad se convirtió, en palabras del propio Pericles, en La Escuela de Hellas.

El resentimiento de otras ciudades ante la brillantez y dominio ateniense provocó la Guerra del Peloponeso en el 431 a. C. Atenas y su influencia marítima se enfrentó a una coalición liderada por Esparta, vencedora del conflicto que fue el principio del fin de la Atenas dominante y esplendorosa.
Más tarde habría de venir el dominio macedonio, Alejandro Magno y, como no, Roma. Pero eso ya es otra historia muy larga, que, sin embargo, no terminó con la reputación Grecia como ciudad culta y filósofa.

miércoles, 21 de marzo de 2012

EL MUSEO DE OLIMPIA


A unos doscientos metros del recinto sacro-deportivo de Olimpia está el Museo Arqueológico, que fue protagonista de la prensa mundial en febrero de este mismo año por el robo a mano armada de entre sesenta y setenta piezas. Parece ser que los ladrones encapuchados rompieron varias vitrinas y se llevaron estatuillas de bronce, varias piezas de cerámica y un anillo de oro, pertenecientes a las colecciones de la historia de los Juegos Olímpicos. Pero antes, a punta de pistola le habían preguntado a la única vigilante presente por el lugar donde se hallaban las “coronas de oro”. Muy documentados no iban los cacos, pero casi lograron la dimisión del Ministro de Cultura.

Por si le faltaba poco a Grecia. Con el suceso, la prensa puso el grito en el cielo y culpó del robo a los recortes de personal en las instituciones públicas. No hay últimamente noticia en Grecia que no se vincule a las penurias económicas (la prensa sensacionalista alemana llegó a publicar el pasado año que Grecia podría plantearse vender el mismísimo Partenón). Pero en el caso de Olimpia, más tarde se aclaró que todo fue producto de la casualidad, ya que la noche de autos había tres vigilantes, pero uno tuvo que ausentarse por una visita al hospital y el otro llegó cinco minutos tarde. El fatum.

Seamos positivos. El Museo Arqueológico de Olimpia tiene la suerte de acoger verdaderos tesoros. Las obras que presenta se distribuyen cronológicamente en sus doce salas, que recorren el camino desde la prehistoria a los últimos años del  Santuario de Olimpia: testimonios del arte neolítico y de periodos arcaicos, figuras de bronce y terracota, los frontones de los tesoros de Megara y Gela… Y veremos las obras en las que es imprescindible detenerse: la escultura de Zeus raptando a Ganimedes, los frontones y metopas del Templo de Zeus que representan los trabajos de Hércules, la estatua marmórea de Niké y el Hermes con Dionisos, de Praxíteles.




Afortunadamente en este caso, la antigua Olimpia y su santuario han abastecido al museo sin que nada tenga que salir de Grecia. Porque lo del atraco al patrimonio griego no es nuevo. Los británicos saben bastante del asunto, y no precisamente los de Scotland Yard. 

martes, 20 de marzo de 2012

OLIMPIA, JUEGOS Y DIOSES


De Heracles se dice que plantó en la colina del bosque Altis un olivo silvestre cuyas ramas servían para fabricar las coronas de los vencedores en las pruebas olímpicas. Al centro de ese bosque, donde se elevaba un altar a Zeus, acudían los sacerdotes a escuchar el oráculo del superdios, e interpretaban sus palabras a través del fuego, un fuego sagrado que encendía el vencedor de la primera prueba del pentatlon. Es el origen de la ceremonia de la antorcha olímpica.

El santuario de Olimpia, situado en la región de la Élide, al oeste de la península del Peloponeso, no solo está ligado a la historia de los antiguos griegos sino también a nuestra cultura deportiva. Es aquí donde se enciende cada cuatro años la antorcha olímpica.

En la Antigüedad, el santuario tenía dos áreas: una para los edificios destinados a las competiciones deportivas y otra para los actos religiosos.

La zona deportiva estaba trazada en forma de U alrededor del bosque Altis, y contenían espacios para que los atletas pudieran alojarse, entrenarse y competir, como la palestra (el lugar de entrenamiento), el estadio (para las competiciones de carrera, lucha y pentatlón)  y el hipódromo (destinado a las carreras de caballos y carros).

Estadio de Olimpia

El recinto sagrado se ubicaba en medio del bosque Altis, a los pies de la colina dedicada a Zeus. Los restos mejor conservados de esta zona sagrada son el Heraion o Templo de Hera y el Templo de Zeus. El primero debió construirse en el siglo VII a. C. y contenía la estatua de Hermes con Dionisos, de Praxíteles. El de Zeus fue el modelo perfecto del templo dórico y albergaba en su interior la gigantesca estatua de Zeus, de Fidias, hoy desaparecida. Parece ser que fue llevada a Bizancio, donde, por una ironía del destino, fue quemada. Ay, el fuego sagrado...


Restos del Templo de Zeus

viernes, 16 de marzo de 2012

DELENDA CARTHAGO



Catón solía ponerse bastante cansino en el senado de Roma con la famosa cantinela Delenda Carthago (Hay que destruir Cartago), hasta que se salió con la suya. Finalmente, Cartago, la actual Túnez, fue destruida tras su derrota en la última guerra púnica. Catón se quedaría a gusto y los romanos se quedaron con Cartago.


El emperador Claudio escribió una Historia de Cartago y el calígrafo se empeñó en ilustrársela con elefantes. A Claudio no le gustó nada el detalle y le obligó a suprimir los dibujos. Como buen romano, Claudio era partidario de la sobriedad. Y eso mismo hizo Roma con Cartago, mermar su influencia asiática y africana, aunque todas estas historias de romanos y cartagineses nos han dejado el hechizo de personajes como Aníbal, el hermoso Asdrúbal, Amilcar, Salambó y, por supuesto, los elefantes.


Cartago en época romana


Antes de que Túnez se convirtiera en uno de los graneros de Roma, habitaban la región las tribus bereberes, que vieron llegar a sus costas en el siglo IX a. C. a los inevitables fenicios, colonos de Tiro que se multiplicaban en todo el Mediterráneo. Tras su largo periodo romano, Túnez fue conquistada por los vándalos, pero los bizantinos la reconquistaron en el siglo V.


La islamización y arabización de la zona comenzó dos siglos más tarde, cuando árabes musulmanes fundaron Kairuán, la primera ciudad islámica del norte de África. En esa época Túnez se llamó Ifriqiya y formaba parte del califato omeya.


Posteriormente, la región anduvo durante mucho tiempo de mano en mano: los bereberes nativos trataron de recuperarla, los egipcios también la quisieron y entre todos consiguieron arruinarla. Incluso los españoles llegaron a dominar algunas ciudades costeras, pero toparon con el temible Turco, que entró en acción, se hizo con Ifriqiya y la convirtió en provincia otomana con cierto grado de independencia.


Túnez fue francesa desde el siglo XIX hasta 1956, en que se independizó definitivamente. A partir de ese año el país fue conducido a cierta modernización que a la larga no ha resultado ser tal, como prueban los últimos acontecimientos. Su capital, Túnez, ocupa una zona muy cercana a los restos de la antigua Cartago, tanto que se temió que la expansión de la capital destruyera las ruinas. Para evitarlo fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1979. Catón debe removerse en su tumba.

jueves, 15 de marzo de 2012

ALGO PASA CON GRECIA



ALGO PASA CON GRECIA desde el año 2009, cuando se celebraron elecciones generales. El candidato socialista, Yorgos Papandreu, obtuvo la mayoría absoluta y derrotó al partido que había gobernado durante las dos anteriores legislaturas, el de Karamanlis. Al llegar al poder, el nuevo gobierno hizo público que el anterior había falseado las cifras del déficit griego, que se estimaba en un 3,7%. En realidad era del 12,7%, guarismo que puso de los nervios a las instituciones financieras y a toda la Unión Europea. La consecuencia inmediata fue un endeudamiento mayor del país para hacer frente a su deuda externa, y las medidas draconianas no se hicieron esperar. Rondas y rondas de decisiones cada vez más salvajes. Las últimas, de febrero de este mismo año, reducen en un 22% el salario mínimo y prevén el despido de quince mil funcionarios. La vida cotidiana de los griegos se ha resentido mucho y la indignación campa un día sí y otro también en las puertas del Parlamento.

Grecia ha sido trending topic casi a diario: la deuda de Grecia, el primer rescate de Grecia, cien mil griegos concentrados en la plaza Syntagma, el miedo al contagio, no querer terminar como Grecia, las barbas del vecino, trescientos mil griegos otra vez en Syntagma, el segundo rescate de Grecia, las amenazas made in Merkel… Y vuelta a empezar.

La deuda de Grecia parece un pozo sin fondo y  lo más probable es que sea la punta de un iceberg que nos está cuestionando a todos los demás. Por eso tal vez va a ser inoportuno y bastante demagógico recordar la deuda que todos los demás tenemos con Grecia: en las costas del Egeo surgieron las primeras civilizaciones europeas, la democracia, la filosofía, el arte y la literatura occidentales, el estudio de la historia, la política, los principios de la ciencia, las ciudades… Y la tragedia.

EL TEATRO DE TAORMINA


Dicen que durante sus vacaciones en Italia Goëthe quedó fascinado por el teatro de Taormina. Es uno de los mejores conservados en su estilo, junto al de Siracusa, aunque ambos son muy diferentes. El de Siracusa es estrictamente un teatro griego. Éste, como veremos, nos recuerda más a los que conservamos en España. Taormina tuvo, además, otro teatro, mucho más pequeño: el Odeón romano, cuyo emplazamiento era la parte posterior de la iglesia de Santa Caterina.


Fueron los griegos de Tauromenion quienes lo construyeron, sobre el siglo III a. C. Más tarde, en la época romana de Augusto, el teatro, por una parte, fue ampliado. Por otra, fue despojado de la simplicidad y elegancia de los teatros griegos, sobre todo en la parte del escenario, donde se alzaron dos filas de columnas. Sin embargo, los romanos no lo usaron como teatro, sino que lo destinaron para el espectáculo de los gladiadores.


Su estructura nos resultará familiar: escena, orquesta y cávea, como nuestro teatro emeritense. Su origen griego puede apreciarse en los peldaños de las escalinatas, pulidos directamente sobre la roca y aprovechando la geografía cuneiforme de la colina. La vista desde las gradas permite una panorámica hacia la bahía de Naxos y el volcán Etna al fondo.




Con la invasión árabe el teatro sufrió grandes expolios, que se prolongaron en el tiempo y hasta el siglo XVIII no se hicieron en él las primeras excavaciones. En el XIX  comenzó la reconstrucción de algunas de sus zonas sin criterio fijo, y solo a partir de 1955 se emprendió una restauración seria. Ya en la década de los noventa empezó a funcionar de nuevo para la representación de obras clásicas, óperas, conciertos y todo tipo de espectáculos.

miércoles, 14 de marzo de 2012

TAORMINA, LOS ÁRBOLES Y EL BOSQUE


Otra leyenda cuenta que, en alguna ocasión, los marineros que pasaban por la costa oriental de Sicilia olvidaron hacer sacrificios en honor a Poseidón, y él, como castigo, los hizo naufragar. Murieron todos, salvo un tal Teocles, que se refugió en el actual Capo Schisò. Al volver a Grecia, Teocles fue proclamando por todas partes las maravillas sicilianas y convenció a los griegos para que se instalaran en la isla. Fue una especie de efecto llamada, porque la costa este de Sicilia se llenó de griegos.


Taormina -como Catania, como Siracusa, su principal competidora- fue fundada por los griegos con el nombre de Naxos. Entre Naxos y Siracusa hubo tal rivalidad que el tirano de Siracusa, Dionisio I, destruyó Naxos y les entregó lo que quedó de ella a los primitivos sicilianos, los sículos o sicanos, quienes establecieron en el lugar el campamento de Monte Tauro (nada que ver con la palabra toro, ya que ese tauro también significa monte).


No obstante, Dionisio volvió a la carga, llenó Taormina de mercenarios suyos y de los sículos a la ciudad sólo le quedó el nombre, Tauromenion, en versión griega. La ciudad se helenizó completamente. Ni bizantinos, ni romanos, ni árabes ni normandos, ni siquiera las travesuras del Etna lograron despojarla de su impronta de ciudad griega.


Taormina desde el Teatro Grecorromano


El caso es que o la historia parece repetirse o el destino no le ha dejado nunca a la ciudad ser de los sicilianos, igual que no le permitió ser de los sículos. Desde el siglo XVIII fueron los viajeros los que tomaron Taormina, algunos ilustres, como Goëthe, Truman Capote, Thomas Mann, y más tarde las estrellas de Hollywood, quienes la eligieron como ciudad de descanso.


Esa atracción que ha ejercido Taormina en los viajeros también la ha condenado: en realidad, es casi imposible apreciarla y solo su teatro grecorromano está a salvo de los árboles que no dejan ver el bosque. La ciudad hay que imaginarla detrás de su máscara: de su abigarramiento de tiendas -el paraíso del comprador de recuerdos-, cafés, restaurantes y hotelitos que atestan su vía principal, el corso Umberto I, entre las dos puertas de la ciudad, la de Catania (al sur) y la de Messina (al norte). 


Taormina vende cara la visita y exige ciertos sacrificios. Es imposible acceder en coche ya que todo es peatonal y hay que optar por el autobús o el funicular para llegar al centro histórico. Hoy Taormina tampoco es de los sicilianos. Es de los turistas, y eso se paga.



martes, 13 de marzo de 2012

HISTORIAS SICILIANAS


El nombre antiguo de la isla de Sicilia es Trinacria y se lo debe a su forma triangular. De hecho, la figura que aparece en su bandera también recibe el nombre de trinacria: tres piernas flexionadas que representan la forma de la isla y en el centro la cara de Medusa, con alas y tres espigas que representan las prosperidad y los frutos de la tierra.

Decía en broma el juez Giovanni Falcone que, al final, la culpa de todas las tragedias sicilianas fue de Saladino, entre otros. Con ello aludía al espíritu a la vez sumiso y rebelde de los sicilianos, acostumbrados, por una parte, a los asentamientos en su territorio de sucesivos pueblos y culturas; y reticentes, por otro, a aceptar tales ocupaciones, incluida su anexión a Italia.

Con tantas oleadas de colonos, nadie se acuerda ya de los sículos o sicanos, los primitivos habitantes de Sicilia. La isla es, según se mire y se recorra, fenicia, cartaginesa y, sobre todo, griega, aunque inevitablemente acabara en colonia romana tras la Primera Guerra Púnica.

También los sarracenos viajaron a Sicilia a pelearse entre ellos, conflicto que aprovecharon los normandos, que fueron los ocupantes que dejaron, junto a los griegos, mayor huella artística: impusieron en la zona occidental de la isla un estilo arquitectónico muy peculiar, el árabe-normando, una mezcla de elementos árabes, bizantinos y románicos que puede verse en las catedrales e iglesias de Palermo, Monreale y Cefalù. Son los normandos los creadores del concepto de Las Dos Sicilias, es decir, nuestra isla por un lado, y, por otro,  la parte sur de la península italiana, las regiones de Calabria y Apulia, que también cayeron bajo el dominio normando.

Durante la Edad Media el reino de Las Dos Sicilias quedó dividido: la zona napolitana se sometió a Francia por razones que sería prolijo explicar; y la isla proclamó su independencia poniéndose bajo la protección del rey de Aragón. Empezó en este momento su larga etapa de influencia y dominación española que no se terminaría hasta el Tratado de Utrecht, en 1713, que separó a Sicilia de Nápoles y coronó como rey en la isla a Victor Amadeo II, duque de Saboya, quien se la cedió después a Austria a cambio de Cerdeña.

Los austriacos fueron los dueños de Sicilia e impusieron el absolutismo hasta que empezaron los movimientos revolucionarios que culminarían con la unificación de Italia y la centralización del poder. En 1860, derrotados los austriacos en varios frentes del sur de Italia, Garibaldi se presentó en la isla con su ejército de casacas rojas y se hizo con su control. Los sicilianos, sobre todo los nobles, no veían con buenos ojos su anexión a la nueva Italia, pero terminaron aceptándolo como mal menor: Todo tiene que cambiar para que todo siga igual, es la famosa frase del Príncipe Salina en la novela El Gatopardo, con la que argumenta la capitulación siciliana.

En la época fascista de Mussolini se desató una sangrienta lucha sobre Sicilia para destruir a la mafia, cuya existencia se remonta al siglo XV. Pero fue una campaña ficticia, ya que entre los fascistas y los mafiosos hubo alianzas en muchas ocasiones para frenar la popularidad que comunistas y socialistas estaban alcanzando en la isla.
En la Segunda Guerra Mundial Sicilia tuvo gran protagonismo, ya que fue en sus costas donde se produjo el desembarco aliado de julio de 1943, que permitiría la total liberación del territorio italiano.

Desde 1948 Sicilia es una región autónoma con parlamento propio  y amplios poderes de autogobierno, algo que contentó en cierta medida al escéptico pueblo siciliano, que siempre vive con la sensación de abandono por parte de Roma. Pero ese es otro capítulo. La política siciliana merece un blog aparte y bastará teclear algo en Google para que aparezcan mil bitácoras sobre este espinoso asunto.

EL ESTRECHO DE MESSINA


En la Odisea de Homero se narra cómo Ulises, por consejo de Circe, se dirige al estrecho de Escila y Caribdis. Una vez allí, su tripulación sufre seis bajas por un ataque feroz de Escila, un monstruo que antes de serlo había sido una hermosa ninfa. Su metamorfosis es una historia triste y de desamor, como todas: Escila había rechazado al dios marino Glauco, que a pesar de todo, seguiría amándola. Circe, aprovechando la coyuntura del rechazo, quiso seducir a Glauco, sin éxito alguno. Enfurecida, Circe pensó que sólo conseguiría el amor de Glauco si eliminaba a Escila. Creó un veneno muy eficaz y lo vertió en el agua donde Escila se bañaba. Al tocar el agua, Escila se convirtió en un monstruo cuya descripción no se ha definido nunca: se dice que era un ser con torso de mujer y cola de pez; otras fuentes hablan de que tenía seis largos y serpentinos cuellos con cabezas grotescas. Sin embargo, se dice siempre que poseía en cada cabeza tres apretadas hileras de afilados dientes, y que emitía un aullido similar al de un perro.


Escila habitaba en un estrecho paso marítimo, y en el lado opuesto habitaba Caribdis, otro monstruo marino también bastante feroz. Ambos lados del estrecho casi se tocaban, de tal modo que los barcos que intentasen evitar la ira de Escila debían acercarse a Caribdis y viceversa. De hecho, la expresión estar entre Escila y Caribdis significa estar entre dos peligros de forma que evitar uno supone caer en el otro. Con el tiempo, Escila fue convertida en una roca -aún podemos verla- que siempre constituyó un gran peligro para los navegantes. Y desde la Antigüedad se dice que el paso de Escila y Caribdis es el actual estrecho de Messina.
Pese a leyendas tan bellas, Messina no es una hermosa ciudad. Los terremotos sucesivos la han destrozado (el más fuerte, en 1908, se cobró las vidas de más de ochenta mil personas); y los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial hicieron el resto. La ciudad se ha visto obligada a restaurar continuamente su patrimonio.

Puerto de Messina
Tal vez por todo ello lo que da fama a Messina no es su catedral –merecedora de visita- sino el estrecho y su quimérico puente que la uniría con la península italiana y que no acaba de ser construido.  Podría decirse, exagerando solo un poco, que el proyecto del puente de Messina también se remonta a Homero. Periódicamente, a la prensa italiana le da por sacar el asunto, pero de momento, es solo un transbordador lo que une Messina con la península italiana, concretamente con Villa San Giovanni, en Calabria. Según el proyecto de su construcción –frenado recientemente por el Parlamento italiano- se trataría de un puente colgante de unos cinco kilómetros, el puente inexistente más discutido de Europa: hay quien dice que su presupuesto se desbordaría, cuando, paradójicamente, existen poblaciones sicilianas que aún no tienen agua corriente. También hay malpensados que aseguran que los contratos para su construcción acabarán inexorablemente en manos de la mafia. Piensa mal y acertarás.  Y otros advierten que dañaría gravemente al medio ambiente y pondría en peligro el sistema antisísmico de la zona.
El proyecto preveía la conclusión del puente en 2012. ¿Alguien lo ha visto? Los sicilianos, tampoco. Se ve que Escila y Caribdis aún andan sueltos.

lunes, 12 de marzo de 2012

ESTO NO PUEDE SER SICILIA


Este de Sicilia
ESTO NO PUEDE SER SICILIA, piensa uno la primera vez que visita las ciudades del mar Jonio. Por orden de belleza, Siracusa, Taormina, Catania y Messina. Es decir, no representan la Sicilia que ronda cinematográficamente por nuestra cabeza,  la de la cosa nostra y la lupara bianca, la de los rebaños perdidos, la tierra seca, el silencio y las medias palabras (Non vedo, non sento, non parlo, es la inscripción de la figurita del campesino siciliano que venden en las tiendas para turistas). Esa Sicilia trágica está en el Tirreno y se llama Palermo y alrededores de Palermo: una de las ciudades más decadentes, desastradas, sucias y conmovedoras de Europa.


Siracusa - Ortigia
En una serie de televisión que cuenta la historia de Totò Riina (el capo de todos los capos de la mafia que por fortuna se pudre en la cárcel dell'Ucciardone) llega a Corleone un comisario nuevo que proclama lo tranquila que ha sido su vida hasta entonces y que ni siquiera sabe qué es la mafia: “Es que yo soy de Siracusa”, explica. Y es que en Siracusa, Taormina, Messina (dejemos fuera a Catania, famosa por el sanguinario clan de los Santapaola), los héroes siguen siendo los de la Ilíada o las Metamorfosis de Ovidio. Entre Catania y Taormina se encuentra Azi Trezza, donde según todos los indicios legendarios se sitúa la gruta del Polifemo; en Siracusa parece que empezó la peregrinación de Dante; y basta poner un pie en cualquiera de estas ciudades para notar que los griegos no sólo anduvieron por allí sino que dejaron lo mejor de sí mismos.

Eso sí: no olvidéis que existe Palermo y reservadle un viaje en el futuro a la Sicilia trágica.




LA CIUDAD BLANCA Y AZUL


SIDI BOU SAID es blanca y azul, es decir, mediterránea. Se encuentra a unos veinte kilómetros de la capital de Túnez y a una media hora del puerto de La Goulette. Me cuentan que tal vez su visita sea más recomendable que la de la  medina de la capital, ya que es pequeña y su centro histórico se domina a la primera.

Es una ciudad abierta en uno de los países musulmanes más “abiertos”, quizá porque acoge a todo tipo de visitantes, y tampoco le hace ascos a lo alternativo. En torno a su mezquita encontraremos cafés que nos ofrecerán té de todos los colores y sabores. Que no se vaya nadie sin tomar un té con la fantasía que más le apetezca.

También me cuentan que por supuesto, hay bazares, talleres y tiendas que ofrecen de todo. No hay ciudad árabe sin su pequeño mercado de toldos bajo los que se amontonan el cuero, el cobre, la plata y los colores de las especias, bajo los que se negocia y se regatea, se simula romper un trato y se finge dejarse convencer.

Opino que para empezar nuestro viaje deberíamos perdernos por esa ciudad que parece intrincada y… llena de cuestas, aunque eso para nosotros no debería ser un problema. 

martes, 21 de febrero de 2012

LA VALETTA


Una de las cosas que más llaman la atención de La Valetta es su pequeñez. La ciudad cabe en una franja de terreno de apenas un kilómetro de longitud y otro de anchura.


La Valetta, capital de la isla de Malta, le debe el nombre a su fundador, el Gran Maestre de la Orden de San Juan (Orden de Malta), Jean Parisot de la Valette.

La ciudad fue planificada antes del asedio turco, pero su construcción sólo pudo llevarse a cabo una vez que la Cristiandad, agradecida, colmó de riquezas a los Caballeros Hospitalarios por haber derrotado a Solimán el Magnífico, y contrataron a un brillante ingeniero italiano, Francesco Laparelli.

La Valetta es un buen ejemplo de una ciudad planificada en el siglo XVI. El monte Sceberras sobre el que se construyó no era un sitio fácil y se tardó un tiempo considerable en nivelar el terreno antes de empezar la construcción de la ciudad. 

Laparelli se fue de Malta en 1570, pero su trabajo lo continuó un arquitecto maltés, Gerolamo Cassar, que fue el responsable de la construcción de muchos de los edificios importantes de la ciudad, como la Catedral de San Juan y la Sacra Infermeria, los Albergues y Posadas Residencia de los Caballeros y el Palacio Magisterial. La Valetta se convirtió pronto en una ciudad preeminente para la vida de la Orden de Malta y para las islas.

La Segunda Guerra Mundial causó bastante daño a la ciudad. Fue cruelmente bombardeada pero consiguió salvar muchos de sus tesoros.

Hoy es una ciudad animada y bulliciosa, un centro comercial importantísimo y la sede del gobierno. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.


LUGARES DE INTERÉS



  • Concatedral de San Juan.

La construcción de la Concatedral de San Juan fue impulsada por la Orden de Malta y diseñada por el arquitecto maltés Gerolamo Cassar. En conjunto, es de estilo barroco y sus dos mayores puntos de interés son las lápidas de la nave, donde yacen enterrados numerosos miembros de la Orden, y el cuadro La decapitación de San Juan Bautista, una obra maestra de Caravaggio.


  • El Palacio del Gran Maestre.

Este palacio es hoy sede del Parlamento, y en él el público puede visitar una gran colección de armas. Desde 1604, las armas de la Orden de Malta se encuentran en este palacio. La armería original está ubicada, de todos modos, una planta más arriba. También se pueden ver armas que los caballeros de la Orden robaron a sus amigos vencidos. Estas provienen sobre todo del imperio otomano.

  • Jardines de La Valetta.

En sus orígenes eran de carácter privado, puesto que se trataba de los vergeles de los Caballeros de San Juan italianos, pero en la actualidad están abiertos al público. Desde este lugar hay una magnífica vista del Gran Puerto.


  • El Gran Puerto (Grand Harbour)

Es uno de los más grandes y profundos puertos naturales del mundo. El Fuerte San Telmo (Fort St. Elmo) es la construcción más interesante de la fortificación.








UN POCO DE HISTORIA MALTESA...

La causa del eclecticismo en el arte y la cultura de Malta tiene que ver directamente con su historia. Desde la Antigüedad, las islas estuvieron bajo el control de los sículos (sicilianos), griegos, cartagineses y romanos. Su estrecha relación con Sicilia fue una constante, bien por la vía del Imperio Romano, por el asentamiento de los normandos de Sicilia, o  por la del posterior dominio de la Corona de Aragón.
También los árabes conquistaron Malta en el 870 y su influencia fue grande en la lengua maltesa moderna. 

Pero en la Edad Media, Malta estará básicamente bajo dominación cristiana y vinculada de nuevo con Sicilia. Muchos colonos sicilianos se trasladaron a Malta y se crea la nobleza maltesa, toda de origen italiano.

En 1530, Carlos I de España dejó las islas en poder de los Caballeros Hospitalarios, conocidos entonces como la Orden de San Juan de Jerusalén, ya que Solimán el Magnífico los había expulsado de Rodas. Los Caballeros Hospitalarios (ahora conocidos como la Orden de Malta) permanecieron neutrales en los conflictos entre las naciones cristianas, declararon el italiano la lengua oficial de Malta y volvieron a favorecer la entrada en la isla de colonias de sicilianos y napolitanos para robustecer el carácter cristiano de la isla.

El sitio de Malta por los turcos fue en 1565. Los Caballeros de la Orden de Malta se enfrentaron a los otomanos, quienes anhelaban el control estratégico del Mediterráneo occidental. La Orden logró defender la isla en gran medida gracias al ejército español.

Pero el dominio de los Caballeros Hospitalarios terminó tras la conquista de Malta por Napoleón en 1798. Para ocupar el archipiélago, el entonces general francés pidió permiso para atracar en su puerto, y, una vez allí los caballeros se rindieron. Durante la dominación francesa se abolieron todos los derechos feudales, se reformaron los monasterios y se garantizaron los mismos derechos para cristianos, judíos y musulmanes. También se saquearon las arcas de la isla, ante la pasividad de los Caballeros Hospitalarios, quienes tenían la promesa de no alzarse en armas contra ningún príncipe cristiano.


La ocupación francesa fue bastante impopular, por lo que los malteses se rebelaron. Gran Bretaña y el Reino de las Dos Sicilias enviaron municiones y ayuda. Las fuerzas francesas se rindieron en 1800 y los británicos tomaron el control del archipiélago. Malta se convirtió en un protectorado de Gran Bretaña y estuvo bajo su poder hasta su independencia en 1964.


Pero la vinculación con Gran Bretaña no se rompió hasta diez años después. Los ingleses permanecieron en el territorio y mantuvieron un control total de puertos, aeropuertos, correos, radio y televisión. En la Constitución de 1964, la reina Isabel II seguía siendo la soberana de Malta y un gobernador general ejercía la autoridad ejecutiva en su nombre. En septiembre de 1974, sin embargo, Malta se proclamó república, aunque dentro de la Commonwealth, con el presidente como jefe de estado.


En marzo de 1979 se hizo efectiva la salida de los ingleses. En este momento Malta se encontró por primera vez en su historia sin bases militares extranjeras. Este acontecimiento se celebra como el Día de la Libertad.


Malta se adhirió a la Unión Europea el 1 de mayo de 2004 y accedió a la zona euro el 1 de enero de 2008.


MALTA. INFORMACIÓN.



La República de Malta es un país insular miembro de la Unión Europea, compuesto por un archipiélago y situado en el centro del Mediterráneo, al sur de Italia, al oriente de Túnez y al norte de Libia. Por esta situación estratégica ha sido dominado y disputado por potencias diversas a lo largo de los siglos. Desde 1964 es independiente, y en 2004 se adhirió a la UE.
Malta es el país de la UE con mayor densidad de población. En 2008 su distribución demográfica era de 1262 habitantes por km. cuadrado.






El archipiélago maltés se compone de las islas habitadas de Malta (la de mayor tamaño e importancia), Gozo y Comino. En sus costas hay una gran cantidad de bahías que proveen grandes puertos. También cuenta con otras islas de menor tamaño, como los islotes de Filfla y Cominotto o las Islas de San Pablo.






INFORMACIONES DE INTERÉS

SANIDAD

Malta tiene unos servicios sanitarios excelentes. Los hospitales son modernos y están respaldados por una red regional de centros sanitarios. Los viajeros no necesitan vacunas ni ningún tipo de inmunización para entrar en las Islas Maltesas. Los visitantes de la UE deberán llevar una tarjeta sanitaria europea.
El agua del grifo es buena para beber.

MONEDA

El 1 de enero de 2008 Malta entró en la zona Euro.

RELIGIÓN

La mayoría de los malteses es católica, pero también existen comunidades anglicanas, de la iglesia de Escocia, ortodoxas, judías, metodistas y musulmanas. En las islas maltesas hay servicios religiosos de todas estas religiones.

IDIOMA

Los idiomas oficiales son el maltés y el inglés. El maltés es una lengua de origen semítico que se transcribe con caracteres latinos. Durantes siglos esta lengua ha ido incorporando muchas palabras derivadas del inglés, el italiano y el francés. El italiano también se habla con normalidad en Malta.


TÚNEZ. INFORMACIÓN PRÁCTICA.

Túnez, cuyo nombre oficial es República Tunecina, es el país más pequeño del Magreb, y su capital es Túnez (Tunis).  Está ubicado entre las estibaciones orientales de la cordillera montañosa del Atlas y el mar Mediterráneo. La superficie de Túnez es de 165.000 km², con una población estimada en 10,3 millones de habitantes. Aproximadamente el 40% de este país está compuesto por el desierto del Sahara, mientras que el resto es suelo fértil y adecuado para la agricultura; además, tiene 1.300 km de costa. Limita con Argelia al oeste y Libia al sur este.



La situación política de Túnez estuvo en primera plana durante el invierno de 2010-11 por ser el país iniciador de la llamada primavera árabe. La revuelta popular en Túnez o Revolución de los Jazmines derrocó al dictador Ben Aly, y las elecciones celebradas en el mes de octubre de 2011 han dado lugar a una coalición gubernamental de islamistas y partidos de izquierdas. La inestabilidad que ha sufrido el país durante este periodo ha hecho que el turismo, una de sus principales fuentes de riqueza, disminuya sensiblemente. Sin embargo, la seguridad para el turista es total.

DATOS DE INTERÉS

SEGURIDAD
Túnez no tiene reputación de ser un país peligroso. Sin embargo, los mercados atestados, la medina y los lugares concurridos pueden ser una tentación para los carteristas de todo tipo.
IDIOMA
El árabe es la lengua oficial del país, pero en todas partes se habla francés.
RELIGIÓN
El Islam es la religión oficial (cerca del 98% de la población). En Túnez hay una pequeña comunidad judía y cerca de 20000 católicos.
MONEDA
La moneda oficial es el dinar tunecino (TND). Un dinar equivale aproximadamente a 0,57 euros. No se pueden comprar dinares fuera del país. La moneda extranjera se cambia fácilmente en bancos, pero es recomendable comparar las comisiones aplicadas en cada establecimiento de cambio.
SALUD
No es necesaria ninguna vacuna para entrar a Túnez. Eso sí, se recomienda beber agua exclusivamente mineral.
El sistema sanitario goza de buena reputación.
IMPUESTOS
Los porcentajes de impuestos nacionales son los siguientes: 18% sobre los artículos y servicios normales; 29% sobre los artículos de lujo y 6% sobre los artículos de primera necesidad (alimentos). Estos porcentajes suelen estar incluidos en los precios anunciados.