domingo, 25 de marzo de 2012

BENDITO PERICLES


La Acrópolis ateniense (acrópolis, ciudad alta) estuvo habitada desde el Neolítico, y en el 1400 a. C. Atenas ya era un centro importantísimo en la civilización micénica. Los griegos se definían como jónicos puros, ya que durante la invasión dórica Atenas no fue saqueada, y, aunque en esos momentos perdió parte de su poder, su posición central en el mundo griego, su emplazamiento seguro sobre la acrópolis y sus accesos al mar le daban ventaja sobre otras ciudades rivales, como Esparta y Tebas.

Durante el primer milenio, Atenas consiguió ser una ciudad estado independiente, y gobernada por reyes, es decir, la aristocracia. Durante el gobierno de los Eupátridas (los bien nacidos), Atenas ejerció su influencia y su poder sobre otras ciudades de la Ática, y creó un estado muy fuerte en la península helénica, un estado que no estaba exento de conflictos y desigualdades, que dieron lugar a numerosas revueltas populares.

El caso es que las revueltas hicieron de la necesidad virtud. En un primer momento, llegó la legislación de Dracón, muy dura (draconiana); y después, la Constitución de Solón, que implicó reformas más serias: la reducción del poder de los Eupátridas, la abolición de la esclavitud y el impulso de una nueva clase urbana y comercial. Es decir, se pusieron las bases de lo que se convertiría en la democracia ateniense.

Aunque en la democracia hubo un paréntesis, con el gobierno de Pisístrato y sus hijos (sobre todo Hippias, que se convirtió  en un dictador terriblemente impopular), Clístenes fue el sucesor natural de Solón, y también hizo grandes reformas en la estructura de poder de la ciudad. La dividió en diez tribus, que constaban de tritias y demos. Las tritias elegían sus reprensentantes para la Boulé, el consejo gobernador de Atenas. Y las demos constituyeron la base del gobierno local. La asamblea estaba abierta para todos los ciudadanos y controlaba la corte legislativa y la corte suprema (excepto para los casos de asesinato o religiosos, donde aún decidían los aristócratas). Este sistema se mantendría hasta la época romana.

Busto de Pericles. Museo Vaticano.
Pero gran momento (o momentazo) que supone la hegemonía de Atenas como centro cultural y de pensamiento es el siglo V a C. o siglo de Pericles. En este siglo viven las figuras que dan lugar a nuestra cultura occidental y en muchos campos del saber y las artes: Esquilo, Sófocles, Aristófanes, Sócrates, Platón, Aristóteles, Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Fidias… Pericles usó los impuestos de la confederación de Delos para construir el Partenón y otros grandes monumentos de la Atenas clásica. La ciudad se convirtió, en palabras del propio Pericles, en La Escuela de Hellas.

El resentimiento de otras ciudades ante la brillantez y dominio ateniense provocó la Guerra del Peloponeso en el 431 a. C. Atenas y su influencia marítima se enfrentó a una coalición liderada por Esparta, vencedora del conflicto que fue el principio del fin de la Atenas dominante y esplendorosa.
Más tarde habría de venir el dominio macedonio, Alejandro Magno y, como no, Roma. Pero eso ya es otra historia muy larga, que, sin embargo, no terminó con la reputación Grecia como ciudad culta y filósofa.

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