viernes, 16 de marzo de 2012

DELENDA CARTHAGO



Catón solía ponerse bastante cansino en el senado de Roma con la famosa cantinela Delenda Carthago (Hay que destruir Cartago), hasta que se salió con la suya. Finalmente, Cartago, la actual Túnez, fue destruida tras su derrota en la última guerra púnica. Catón se quedaría a gusto y los romanos se quedaron con Cartago.


El emperador Claudio escribió una Historia de Cartago y el calígrafo se empeñó en ilustrársela con elefantes. A Claudio no le gustó nada el detalle y le obligó a suprimir los dibujos. Como buen romano, Claudio era partidario de la sobriedad. Y eso mismo hizo Roma con Cartago, mermar su influencia asiática y africana, aunque todas estas historias de romanos y cartagineses nos han dejado el hechizo de personajes como Aníbal, el hermoso Asdrúbal, Amilcar, Salambó y, por supuesto, los elefantes.


Cartago en época romana


Antes de que Túnez se convirtiera en uno de los graneros de Roma, habitaban la región las tribus bereberes, que vieron llegar a sus costas en el siglo IX a. C. a los inevitables fenicios, colonos de Tiro que se multiplicaban en todo el Mediterráneo. Tras su largo periodo romano, Túnez fue conquistada por los vándalos, pero los bizantinos la reconquistaron en el siglo V.


La islamización y arabización de la zona comenzó dos siglos más tarde, cuando árabes musulmanes fundaron Kairuán, la primera ciudad islámica del norte de África. En esa época Túnez se llamó Ifriqiya y formaba parte del califato omeya.


Posteriormente, la región anduvo durante mucho tiempo de mano en mano: los bereberes nativos trataron de recuperarla, los egipcios también la quisieron y entre todos consiguieron arruinarla. Incluso los españoles llegaron a dominar algunas ciudades costeras, pero toparon con el temible Turco, que entró en acción, se hizo con Ifriqiya y la convirtió en provincia otomana con cierto grado de independencia.


Túnez fue francesa desde el siglo XIX hasta 1956, en que se independizó definitivamente. A partir de ese año el país fue conducido a cierta modernización que a la larga no ha resultado ser tal, como prueban los últimos acontecimientos. Su capital, Túnez, ocupa una zona muy cercana a los restos de la antigua Cartago, tanto que se temió que la expansión de la capital destruyera las ruinas. Para evitarlo fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1979. Catón debe removerse en su tumba.

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