jueves, 15 de marzo de 2012

EL TEATRO DE TAORMINA


Dicen que durante sus vacaciones en Italia Goëthe quedó fascinado por el teatro de Taormina. Es uno de los mejores conservados en su estilo, junto al de Siracusa, aunque ambos son muy diferentes. El de Siracusa es estrictamente un teatro griego. Éste, como veremos, nos recuerda más a los que conservamos en España. Taormina tuvo, además, otro teatro, mucho más pequeño: el Odeón romano, cuyo emplazamiento era la parte posterior de la iglesia de Santa Caterina.


Fueron los griegos de Tauromenion quienes lo construyeron, sobre el siglo III a. C. Más tarde, en la época romana de Augusto, el teatro, por una parte, fue ampliado. Por otra, fue despojado de la simplicidad y elegancia de los teatros griegos, sobre todo en la parte del escenario, donde se alzaron dos filas de columnas. Sin embargo, los romanos no lo usaron como teatro, sino que lo destinaron para el espectáculo de los gladiadores.


Su estructura nos resultará familiar: escena, orquesta y cávea, como nuestro teatro emeritense. Su origen griego puede apreciarse en los peldaños de las escalinatas, pulidos directamente sobre la roca y aprovechando la geografía cuneiforme de la colina. La vista desde las gradas permite una panorámica hacia la bahía de Naxos y el volcán Etna al fondo.




Con la invasión árabe el teatro sufrió grandes expolios, que se prolongaron en el tiempo y hasta el siglo XVIII no se hicieron en él las primeras excavaciones. En el XIX  comenzó la reconstrucción de algunas de sus zonas sin criterio fijo, y solo a partir de 1955 se emprendió una restauración seria. Ya en la década de los noventa empezó a funcionar de nuevo para la representación de obras clásicas, óperas, conciertos y todo tipo de espectáculos.

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